14/9/09

Casarse tiene sus desventajas

*historia con imagen como disparador


Micaela jamás se imaginó que planear una boda fuera tan difícil. Hacía más de 10 años que salía con Pato, y ya no era una nena: había cumplido los 34 dos días atrás. Así que cuando su novio se lo propuso, no dudó. A la primera que se lo contó fue a su mamá. Aquel comentario tan repetido de “más de 30 y el pescado sin vender” la tenía un poco cansada. “Ma, me caso”, le dijo eufórica. ¡Para qué! Dos días sin dormir estuvo la vieja. Y Mica tampoco disfrutó mucho más sus noches. No por los nervios, era una chica sencilla y quería una reunión pequeña. Pero el teléfono sonó 47 veces. Tina, su madre, no dejó de llamarla. A las 11 de la noche del martes, le preguntó si prefería pollo pescado; a las 12.15, si quería manteles largos; dos horas más tarde, si se veía llegando en una carroza con caballos. Pero la cosa se desvirtuó cuando la hicieron salir de una reunión de trabajo por una llamada “urgente”: a su mamá le preocupaba si el smoking iba a ser opcional.
Varias veces trató de explicarle que ella se iba a encargar de todo, pero no hubo caso. Como el casamiento no era algo primordial para Mica (“Soy más Mafalda que Susanita”, solía decir), decidió seguirle la corriente. Querés una banda de mariachis, poné 37 mariachis; querés una escultura de hielo, poné dos angelitos, te parece soltar palomas, mejor llevemos águilas.
Dos meses después de la “organización terrorista Tina”, término que Mica y Pato usaban, ya hasta les causaba gracia.
Pero todas esas sonrisas se desdibujaron cuando Tina decidió que invitar a todos los ex novios de Mica a la fiesta era una buena idea. “¿A vos te parece que a Patricio le va a gustar ver a mis ex novios el día de nuestro casamiento? Bastante dejé que te encargaras de MI casamiento. Si papá nunca quiso casarse con vos, es TU problema. Demasiado de esa carga pagué al crecer”, le gritó sin pensarlo.
Cualquier otro día lo habría dejado pasar, y jamás le diría esas cosas. Pero enterarse que sus ex novios iban a su boda vestida de blanco y a punto de entrar a la iglesia la había sacado de quicio.
Después de pensarlo un ratito, quiso ir a pedirle perdón. Pero su mamá se había ido. Claro que una de las principales cualidades de Tina era ser vengativa. No se fue sola, con ella se llevó a todos los empleados de la fiesta que ella había organizado. No quedaron mozos, recepcionistas ni barman. No dejó ni a los cocineros.
Ni todo el valium del mundo podría haberla calmado en ese momento. Pero, sin muchos ánimos de explicarle a su novio por qué no había comida en los platos, se arremangó el saquito de encaje, ese que le había costado mucho más de lo que le hubiera gustado, y metió manos en la masa.
Es pro eso que su casamiento a todo trapo terminó como una cena cualunque. No porque faltaba su mamá, no porque no había ni mozos, sino porque lo único que sabía cocinar, era pizza de muzzarella.

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