7/10/09

Puras habladurías

Tengo un problema. Unos cuantos. Pero hay uno que me persigue Uno que, tengo la sensación, va a estar siempre presente. Y es que hablo. Hablo mucho, muchísimo más de lo que debería. Hablar no es usualmente un problema. De hecho, lo es no hacerlo. De chiquito, si hablás a temprana edad, sos un genio, un tocado, un adelantado. Todos te aplauden y tu mamá te lleva orgullosa frente a sus amigas “mirá todo lo que habla la nena”. Pero de grande, hacerlo tanto puede llegar a ser un inconveniente.
Una vez leí un cartelito que decia “mejor mantener la boca cerrada y que piensen que sos un tonto, antes de que abrirla y que lo confirmen”. Es cierto. Pero nunca pude hacerle caso. Me gusta hablar. Me gusta hablar demasiado, creo que es casi un vicio. Lo que pasa es que no está tan bueno para todos. Muchas veces es hasta pesado escuchar a alguien todo el tiempo.
Una contra importante que tiene lo que me pasa es la estadística. Cuando uno se queda callado y dice tres palabras, hay altas probabilidades que esas tres palabras sean importantes, cosas profundas, que generen aplausos. Ahora, si uno habla todo el tiempo, esas tres cosas pueden pasar desapercibidas entre tanta estupidez. Es una cuestión matemática. Si un ser humano normal puede decir tres cosas interesantes, y sólo abre la boca tres veces, tendrá un cien por ciento de efectividad. Si abrís la boca 80 veces, tendrás tres cosas interesantes y 77 huevadas. Aún cuando sean más las cosas interesantes, quizás cinco de esas 80 son pensamientos profundos y plausibles. Pero sigue habiendo 75 que tiran para atrás todo.
No saber cuándo parar de hablar es horrible. Siempre se mete la pata, siempre. No hay manera de hablar todo el tiempo cosas buenas, lindas, atrayentes. No existe ser humano que pueda hacerlo. Mucho menos si las cosas no se piensan antes de decirse. Y es que cuando no parás de hablar, ¿en qué momento pensás? No podés, porque estás diciendo otra cosa.
Así que decidí no hablar más, a partir de ahora.


Sólo una cosita más. ¿Es realmente mi culpa lo que pasa? ¿No será que los demás no saben apreciar lo que uno hace? No todo es malo, tampoco. Aunque pensándolo bien, sí. Es molesto. Así que vuelvo a mi decisión. No hablo más, a partir de ahora…. De ahora…


¿Pero qué? ¿La solución es callarse para siempre? Podría pensar más las cosas que digo, y todo sería más agradable. Pero volvemos a lo mismo. ¿Es posible pensar al ritmo de lo que hablo? Creo que me dolería demasiado la cabeza.
Mejor volvamos a la decisión. No hablo más. A partir de ahora.


Bueno, por lo menos por un rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario